Parecía un día común y corriente para Verónica, tenía dos juntas más a las que asistir y luego saldría a cenar con su novio quien era el presidente de la compañía de la cual ella era gerente ejecutiva. Pasaron las horas, y las dos reuniones transcurrieron sin percances ni demoras, tal y como habían sido programadas.

 

Al terminar de cenar Verónica va al baño, y cuando regresa su novio ya no está en la mesa, la mujer agarra sus cosas y sale del restaurante, su novio la está esperando en la entrada con un semblante serio en su cara.

-¿Estás bien, te hizo mal la cena? -pregunta Verónica un poco preocupada al ver el rostro de su pareja.

-Estoy bien, pero tenemos que hablar.

Al escuchar esto, Verónica asume que se viene una conversación complicada, esa frase probablemente no suena bien en ningún idioma (We need to talk, suena igual de aterrador para quienes hablan inglés). Es probable que el receptor de estas palabras siempre sienta el mismo escalofrío, sin importar su origen o nacionalidad.

Verónica estaba inmersa en estos pensamientos, meditaba en la frase y trataba de prepararse para lo que sea que viniera, y sin darse cuenta ya estaba en el auto de su novio frente a la entrada de su edificio, el hombre se giró para hablar con ella y la miró fijamente tratando de hacer contacto visual, pero Verónica miraba hacia abajo, pues no importa cuánto se había preparado, aun no estaba lista para escuchar lo que sea que él tuviera que decir.

-Voy a ser breve. No podemos seguir con esto, estoy comprometido con alguien más -soltó el hombre aun tratando de mirar a Verónica a los ojos.

Era la última de sus sospechas, pero no la había descartado por completo, una parte de ella había visualizado este escenario y casi cómo si hubiese sido ensayado con anterioridad, Verónica estuvo de acuerdo con el cierre de la relación, pero antes de que pudiera pensarlo bien, ya estaban saliendo palabras de su boca.

 -¿La amas?

El hombre la mira seriamente.

-Aún no, pero lo haré, es una buena persona.

Parecía que él quería decir algo más, pero se contuvo.

Verónica se despidió ofreciendo estrechar las manos, el hombre aceptó el gesto y tan pronto se soltaron, ella salió del auto y caminó hacia el edificio sin mirar atrás. Él la miró alejarse y no pudo evitar que algunas lágrimas cayeran de sus ojos.

 

Ya en su departamento, Verónica lloró un poco, pero se reincorporó de inmediato, sabía que no había nada que pudiera hacer, entendía porque su ahora exnovio tenía que casarse con alguien más, e incluso estaba casi segura de quién era la mujer, y esto la hacía comprender la situación aún más.

-Todo es negocios -se dijo a sí misma y se puso a trabajar en su computador.

 

La empresa para la que trabaja Verónica necesita cerrar una negociación importante, así que decidieron mandar a su gerente ejecutiva a un viaje para que concrete el acuerdo.

 

Cuando Verónica sube al avión y se sienta en primera clase, detrás de ella se hace una chica un poco más joven, quien va hablando por teléfono con su padre, va diciendo que nunca pensó que sería una de esas perdedoras que se casa con un hombre que no la ama. Verónica no puede evitar sentirse atraída por la conversación y le presta más atención de la que debería cualquier persona que respete la privacidad ajena.

 

El vuelo transcurría de manera normal, pero de repente el avión se sacude y empieza a incendiarse, el piloto logra aterrizar y los bomberos comienzan a evacuar a los pasajeros. Cuando abren la puerta para sacar a los pilotos, logran sacar a la capitana con vida de una cabina que está envuelta en llamas. Por desgracia no alcanzan a sacar al copiloto a tiempo, y este ya está muerto cuando es rescatado. A él lo tiran del lado izquierdo donde se ve que están tirando los cuerpos sin vida de quienes murieron asfixiados o quemados. Y, del lado derecho estaban evacuando a quienes lograban salir con vida de la aeronave. 

Verónica fue una de las primeras en evacuar el avión junto con la chica joven que hablaba por teléfono detrás suyo, ambas se miran y se preguntan la una a la otra cómo están y parece que todo está bien. 

Por suerte comienza a llover y el agua extingue el fuego. Se puede observar el caos que quedó, ya no hay bomberos y solo están en la escena los sobrevivientes del lado derecho y los cadáveres del izquierdo.

El avión no estaba en un aeropuerto, sino en una especie de cerro, y justo encontró un lugar plano en la parte más alta para poder aterrizar. Entre los que están con vida la capitana trata de poner orden, indicando a algunas azafatas que vayan del lado izquierdo y busquen posibles sobrevivientes gravemente heridos. Verónica se ofrece como voluntaria y pide que la dejen ayudar, lo mismo hace la chica que hablaba antes por teléfono, la cual no se había separado de Verónica desde que salieron del avión, la capitana accede a la petición de ambas mujeres, pero ella se queda en el lado derecho para atender a los heridos que están en esa parte y recibe la ayuda de otros sobrevivientes que están en buenas condiciones.

 

Mientras buscan a alguien con vida entre los cuerpos, Verónica y la chica conversan.

-Me llamo Martina por cierto -le dice la joven a Verónica mientras extiende su mano esperando que su interlocutora la estreche.

-Mucho gusto. Mi nombre es Verónica.

-Oh ¡Vero! -La joven asiente con una sonrisa y se gira para seguir buscando entre los cadáveres.

 Martina habla sobre la conversación telefónica que tenía con su padre antes del despegue; dice que su novio se sigue comunicando con la ex y parece que todavía la ama. Por su parte Verónica habla sobre su reciente ruptura y de cómo su novio la dejó porque va a casarse con otra.

 

Pasan los días y hay un grupo más o menos organizado entre los que salieron vivos de la tragedia, desgraciadamente no se encontraron sobrevivientes en el lado izquierdo, pero los heridos que habían del lado derecho ya se han recuperado.

 

En el tiempo que pasó, Verónica y Martina se habían vuelto muy cercanas, conversaban acerca de todo, mantenían charlas profundas y filosóficas, pero también hablaban de cosas superficiales y triviales, dormían juntas, comían juntas, y en general se cuidaban entre sí.

 

Un día todos se empezaron a preguntar por qué los cadáveres de los muertos aún no olían mal, y concluyeron que era porque estaban quemados, aunque no del todo. Aun así la capitana sugiere que deberían enterrarlos en una fosa común para ahorrar tiempo, y es así como los sobrevivientes improvisan herramientas para cavar la gran tumba. Mientras trabajan, todos ven como los cuerpos sin vida parecen estar mejorando de aspecto en lugar de descomponerse, hasta que un día comienzan a levantarse. Tanto los que estaban muertos como los que siempre estuvieron vivos, se asustan y no entienden qué pasa.

Verónica toma a Martina de la mano y la lleva a un lugar apartado.

-Creo que estamos todos muertos y no nos habíamos dado cuenta – dice Verónica a su amiga.

-Esto no es normal lo sé, pero ¿no es mejor creer que estamos todos vivos? -Contesta Martina tratando de sonar calmada. 

-Puede que eso nos haga sentir mejor, pero no es la realidad.

-Yo he visto lo mismo que tú e intuyo lo que tú intuyes, pero no quiero creerlo. Me gusta estar aquí, contigo.

-Los muertos se han levantado y tampoco saben qué diablos pasa, tenemos que irnos.

-Bueno, yo voy a donde tú vayas.

 

Mientras el pánico se apoderaba de todos, Martina gritó

-¡ESCUCHEN! Ellos no están vivos y nosotros tampoco.

Verónica interfiere y cuenta a todos sus deducciones, vivos y muertos se quedaron asombrados y empezaron a sacar sus propias conclusiones.

 La capitana intenta imponer orden y sugiere que se formen dos grupos, cada grupo debe caminar en sentidos opuestos para buscar una salida. Pero, cuando algunos del grupo que va hacia la derecha intentan avanzar, parece que hay un muro invisible que se los impide, y lo mismo pasa con algunos de los que van hacia el lado izquierdo. Verónica nota que esto sucede con los que antes estaban divididos en muertos y sobrevivientes. Los muertos (ahora vivos) que intentaban ir del lado derecho no podían, y los sobrevivientes que intentaban ir del izquierdo tampoco podían pasar.

 

Después de un tiempo todos entienden lo que esto significa, así que se reorganizan en muertos a la izquierda y sobrevivientes a la derecha.

 

Verónica recuerda que ella antes caminó hacia ambos lados y no tuvo la misma barrera que los demás, pero decide fingir que no puede ir hacia la derecha. Por otro lado, Martina se da cuenta de que ella no puede caminar hacia la izquierda, y cuando ve que Verónica aparentemente no puede ir a la derecha, la toma del brazo y le suplica llorando.

-Quedémonos aquí, no quiero dejarte.

-Tienes que volver y vivir -Verónica dice esto mientras pone una nota escrita en un trozo de papel en la mano de Martina-. Por favor no la leas, es para tu novio.

Martina tira la nota al suelo, pero Verónica la vuelve a levantar y mientras ambas lloran, se besan. Verónica aprovecha el beso para volver a entregarle la nota a Martina, y esta la acepta a regañadientes.

-Quedémonos aquí -le insiste Martina a Verónica con desesperación y tristeza en su voz.

-No, me quiero ir -Verónica responde de esta forma a Martina mientras acaricia su mejilla. 

-Quedate conmigo, hagamos vida aquí, seguiremos como veníamos haciendo, por favor -suplica nuevamente Martina claramente desesperada.

-Aquí no podemos hacer vida porque no la hay, no hay vida y tampoco hay muerte -refuta Verónica-. Mira, los muertos se levantaron y se van, ellos tampoco quieren estar aquí. Nada es total acá, todo es a medias, un apenas de existencia que solo puede terminar en olvido. Dejame partir y vive tu por mi.

-¿Cómo voy a vivir por ti, si dudo que pueda vivir sin ti? Quedémonos aquí. No viviremos, está bien, pero estaremos juntas. 

-Si tu no regresas, nadie me recordará, por favor, vive y guardame en tu memoria como tu amante del cerro. Ya que yo no puedo vivir más y tu no puedes morir aun, dejame ir para ser recordada, al menos por ti.

 

Llorando las mujeres se separan y caminan en direcciones opuestas.

 

Martina, la capitana, y los demás sobrevivientes caminan hacia la derecha y desaparecen después de que todos cruzan la barrera.

Verónica y los muertos avanzan hacia la izquierda y uno a uno se esfuman cuando cruzan el límite hacia el más allá.

 

Martina se despierta en una cama de hospital, tiene heridas de quemaduras en varias partes de su cuerpo y está conectada a un respirador artificial. De repente entra su padre a la habitación y la observa con lágrimas en los ojos, el hombre corre hacia ella para abrazarla y en seguida llama a los médicos.

 

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Ha pasado un año, y una pareja de recién casados va en los asientos traseros de un lujoso auto, ambos llevan puesto sus respectivos trajes de boda. La mujer revisa su bolso y en uno de los bolsillos encuentra una nota, luego de leerla inmediatamente comienza a derramar lágrimas, y pasa la nota a su esposo. El hombre se da cuenta de que la nota va dirigida a él,

-“Amala cuanto antes, es una buena persona. Por favor cuidala”- 

La nota iba firmada con el nombre del remitente y el esposo reconoce perfectamente la firma y la letra, pues pertenecen a su exnovia, quien murió en el mismo accidente aéreo que sobrevivió su ahora esposa.

 

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